Grande, glande, grande...

Llenas todos mis deseos
Y por eso eres tú tan grande, grande, grande
Que a tu lado vuelvo pronto a ser feliz.

Ahora que he empezado a hablar de política, me siento TAN profunda (y no me refiero a profunda como mi amiga la Karla Menáge, esa chica se ha metido cualquier cantidad de carne entre las piernas y no tiene llenadera); en fin, que he tenido una idea brillantísima:
Olvidémonos de las elecciones y pensemos en las erecciones, me explico... ¿Qué tal si elegimos a nuestro próximo gobernante por el tamaño de su miembro? (Sorry, Patricia Mercado) Yo encantada formaría parte del Comité Erectoral.

Se me ocurre que en una ceremonia muy sobria, en el mismísmo Palacio de Gobierno, los candidatos pasaran uno a uno al balcón. Obviamente, yo, tomaría una cinta de medir y la colocaría sobre su erección, el miembro de mayor longitud ganaría sin apelación (en el muy raro caso de empate o complot, pues entonces también se mediría el grosor). Para finalizar, el ganador se masturbaría y explotaría en una eyaculación presidencial. Asi tenemos un mandatario idiota por lo menos nos queda el consuelo de que es el mejor dotado.

Entre más lo pienso, más me encanta la idea. Y es que tiene muchas ventajas, ya no se le tiene que preguntar a la chusma que es lo que quieren y el país se ahorra dinero en imprimir boletas, colocar casillas por todo México y demás tonterías. El dinero restante se puede usar para cosas prácticas como joyas, yates y aviones particulares. Muero de emoción por ir al Congreso y sugerir mi fantástica idea…

Besitos de Champagne;

Bambi Discovery