¡Mueve el bote, Bambi! (Parte 2)
Decídete...
no lo dudes mas decídete...
que no puedo resistir sin tenerte
maldita mi suerte
Luis Miguel
no lo dudes mas decídete...
que no puedo resistir sin tenerte
maldita mi suerte
Luis Miguel
Para ser honesta, ser arrestada ya no me provoca la misma excitación que en los 80s; los policías eran despiadados, crueles, unos verdaderos doberman y no se andaban con esas mariconerías de los derechos humanos. Así que cuando nos condujeron a una celda en el nivel inferior de la embarcación a punta de macanazos, yo reaccioné con espléndidos bostezos.
Los detenidos éramos cuatro: Félix, sus dos guardaespaldas (por cuya ineptitud fuimos aprehendidos porque mientras Félix me penetraba ellos estaban de fisgones, en vez de estar vigilando), y por supuesto yo, que hasta en esas circunstancias me veía paradisíaca: el pelo rubio-castaño, alborotado, muy natural; unas zapatillas Jimmy Choo en azul marino (que ironía), unas bragas de encaje negro y nada más, porque el brassiére lo había dejado en el yate de Félix.
Y pues ahí estaba yo: topless y esposada por la espalda, con las boobies apuntando airosas hacia nuestros custodios, desbordadas entre los barrotes. Era una situación un tanto graciosa, los senos estaban libres pero el resto de mi cuerpo encarcelado. Situación que no pasó desapercibida por los policías, hacían cualquier movimiento para acercarse a mis nenas y rozarlas “accidentalmente”, o darme un pellizco en los pezones. Yo permanecía impávida, porque ese tipo de demostraciones no me intimidan, no soy como otras chicas, además que cuando estás de vodka hasta el culo, la realidad se vuelve optativa.
Al cabo de un tiempo una voz, aguardentosa y mandona se escuchó, bring the bitch, we’re getting some pussy before we get to the shore. No les pienso traducir, estudien inglés, el caso es que estaban hablando de mí y quién mandaba no se veía porque el sonido venía de la cámara contigua. Dos guardias abrieron la puerta de la celda y me llevaron a rastras a aquella habitación. Yo seguía en mi actitud de hagan-lo-que-quieran, aunque confieso que la autoridad de esa voz, me había puesto cachonda.
El sujeto era un fortachón de casi dos metros, cabello oscuro, cara rugosa y angulada, un bigote tupido y una mirada burlona. Nada mal para un policía de aguas. Los guardias a mis costados, también estaban como para una despeinada, uno era alto, rubio, delgado pero fuerte, como de ascendencia noruega o sueca, el otro era más compacto y no pude distinguir si era hispano o mulato, pero su piel era ligeramente oscura y el cabello crespo y muy corto.
En eso estaba cuando el rubio me pateó por las corvas y caí hincada ante el escritorio del fortachón de bigote. Gesto que me incomodó un poco, porque si me lo hubiera pedido lo hubiera hecho, entiendo perfectamente el inglés. I hope you’re hungry, you cock-eating mexican whore because today you’ll be eating my cum and theirs, dijo el bigotón, algo así como “bienvenida al bufete de pingas”. Supuse que no esperaban una respuesta, así que me quedé a la expectativa.
Los tres se abrieron el zipper y desenfundaron sus miembros y pude contemplar sus diferentes colores, cantidad de venas y diferente estado de erección; lo que me llevó a la siguiente reflexión. En esta vida hay dos tipos de penes: los predecibles y los desconcertantes: el bigotón y el rubio pertenecían a la primera categoría, son penes que incluso flácidos se ven grandes así que no hay duda de que alcanzaran un tamaño óptimo; por otro lado los desconcertantes son pequeños pero en un acto de milagro sanguíneo pueden incrementar su dimensión de manera insospechada, ese era el feliz caso del moreno. En cuestión de segundos los tres tipos estaban de talla mayor y yo me encontraba ante un terrible dilema ¿por dónde empezar? ¿Cómo elegir entre gigantesco, enorme y descomunal?
Claro que no les pienso decir ahora; esta historia continuará ...
Besitos de Champagne;
Bambi D.
Los detenidos éramos cuatro: Félix, sus dos guardaespaldas (por cuya ineptitud fuimos aprehendidos porque mientras Félix me penetraba ellos estaban de fisgones, en vez de estar vigilando), y por supuesto yo, que hasta en esas circunstancias me veía paradisíaca: el pelo rubio-castaño, alborotado, muy natural; unas zapatillas Jimmy Choo en azul marino (que ironía), unas bragas de encaje negro y nada más, porque el brassiére lo había dejado en el yate de Félix.
Y pues ahí estaba yo: topless y esposada por la espalda, con las boobies apuntando airosas hacia nuestros custodios, desbordadas entre los barrotes. Era una situación un tanto graciosa, los senos estaban libres pero el resto de mi cuerpo encarcelado. Situación que no pasó desapercibida por los policías, hacían cualquier movimiento para acercarse a mis nenas y rozarlas “accidentalmente”, o darme un pellizco en los pezones. Yo permanecía impávida, porque ese tipo de demostraciones no me intimidan, no soy como otras chicas, además que cuando estás de vodka hasta el culo, la realidad se vuelve optativa.
Al cabo de un tiempo una voz, aguardentosa y mandona se escuchó, bring the bitch, we’re getting some pussy before we get to the shore. No les pienso traducir, estudien inglés, el caso es que estaban hablando de mí y quién mandaba no se veía porque el sonido venía de la cámara contigua. Dos guardias abrieron la puerta de la celda y me llevaron a rastras a aquella habitación. Yo seguía en mi actitud de hagan-lo-que-quieran, aunque confieso que la autoridad de esa voz, me había puesto cachonda.
El sujeto era un fortachón de casi dos metros, cabello oscuro, cara rugosa y angulada, un bigote tupido y una mirada burlona. Nada mal para un policía de aguas. Los guardias a mis costados, también estaban como para una despeinada, uno era alto, rubio, delgado pero fuerte, como de ascendencia noruega o sueca, el otro era más compacto y no pude distinguir si era hispano o mulato, pero su piel era ligeramente oscura y el cabello crespo y muy corto.
En eso estaba cuando el rubio me pateó por las corvas y caí hincada ante el escritorio del fortachón de bigote. Gesto que me incomodó un poco, porque si me lo hubiera pedido lo hubiera hecho, entiendo perfectamente el inglés. I hope you’re hungry, you cock-eating mexican whore because today you’ll be eating my cum and theirs, dijo el bigotón, algo así como “bienvenida al bufete de pingas”. Supuse que no esperaban una respuesta, así que me quedé a la expectativa.
Los tres se abrieron el zipper y desenfundaron sus miembros y pude contemplar sus diferentes colores, cantidad de venas y diferente estado de erección; lo que me llevó a la siguiente reflexión. En esta vida hay dos tipos de penes: los predecibles y los desconcertantes: el bigotón y el rubio pertenecían a la primera categoría, son penes que incluso flácidos se ven grandes así que no hay duda de que alcanzaran un tamaño óptimo; por otro lado los desconcertantes son pequeños pero en un acto de milagro sanguíneo pueden incrementar su dimensión de manera insospechada, ese era el feliz caso del moreno. En cuestión de segundos los tres tipos estaban de talla mayor y yo me encontraba ante un terrible dilema ¿por dónde empezar? ¿Cómo elegir entre gigantesco, enorme y descomunal?
Claro que no les pienso decir ahora; esta historia continuará ...
Besitos de Champagne;
Bambi D.
6 Comments:
Bambi: ¿ya sabes que te amo? Quiero tu libro otra vez... y dedicado personalmente para mí... otra vez. Besitos.
Querido y adorable esparraguito;
Tu "nombre", me pone entre cachonda y eléctrica. Me recuerda aquella vez en que, a falta de dildo, me introduje un manojo de espárragos para darme a mí misma un poco de amor. Después añadí unos pepinos, rodajas de tomate y aderezo italian-light. Eso es lo que yo llamo una buena entrada...y de plato fuerte...bueno pues eso te lo platico después ...
Besitos de Champagne;
Bambi D.
Perra, si hubiera sido en acapulco seguro no estarías tan contenta.
Besitos, no más de envidiosa.
Chica, a veces... esas veces en las que me da por leerte me doy cuenta de que paris hilton te viene huanga...(aun que ella este mas bonita, tenga mas dinero y sea mas conocida) pero en realidad eres una CABRONA te has cojido a tantos tipos que casi igualas mi marca... (casi creo que una ves en roma o italia, el lugar no lo recuerdo bien, cojimos hasta que em di cuenta de que no eras vestida y opte opte por corrette de mi partamento a patadas.
saludos bamby.
Querida Drag Asesina;
De Acapulco ni me hables, allá en Guerrero, todo mundo está perdiendo la cabeza.
Besitos chapuceros;
Bambi D.
Bambi:
Me dejaste húmedo con tu relato, espero con ansia la tercera parte...
Besitinis
Icaro
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