BambiDiscovery

Sexo, drogas y ropa de diseñador son la fuerza vital y brutal detras de una heroína que se define a si misma como una "extraña mezcla entre Madonna y Paquita la del Barrio"

jueves, julio 27, 2006

¡Hey Perra! Ven acá

Save a boyfriend for a rainy day.
And another, in case it doesn't rain.
Mae West


La gente se piensa que ser una socialité es algo sencillo, pero es un trabajo de tiempo completo. A veces no tengo tiempo ni de dormir mucho menos de escribir. Precisamente ahora mismo estoy dando un paseo en yate por las Bahamas con unos amigos que trafican diamantes y aunque para algunos puede ser diversión, para mí es casi un requisito, si es que quiero seguir siendo la chica más popular de México y los videohomes del narco-porno.

Es por eso que en calidad de chica multimedia-ciberespacial-jet-set he decidido compartir una receta deliciosa que el barman de este yate ha creado en mi honor, dicho sea de paso es un jamaiquino muy jacarondoso con un miembro casi tan largo como sus rastas. La bebida se llama:
"Hey Bitch, come here" algo así como ¡Hey perra! Ven acá.

Ingredientes:
- 5 oz leche sabor a chocolate
- 1/2 oz licor de café (kahlua)
- 1/2 oz ron
- 1/2 oz crema de cacao
- 1/2 oz jugo de frambuesa

Modo de preparación:
Pídele a tu negro que te mezcle todos los ingredientes en un vaso alto repleto de hielos y que mientras te lo tomas te fornique como una verdadera perra ¡Qué delicioso!

Besitos de champagne;

Bambi Discovery

jueves, julio 06, 2006

Vestida para votar (Parte 2)

El gran día llegó, el momento de la gran decisión. Y no me refiero a la elección presidencial, si no a algo verdaderamente importante: el vestido que usaría para ir a votar. Estaba indecisa entre un modelito, creación exclusiva de Tommaso Aquilando y Roberto Rimondi, muy mono tipo vintage con un cuellito de encaje negro y un patrón de inspiración náutica, coquetísimo, como para retozar en la campiña italiana. Mi otra opción era totalmente opuesta, un vestidito futurista de Cathy Pill, con un estampado de mariposas, en verde fosforecente, el efecto era galáctico pero sensual. Después de un par de horas, 7 martinis y en un arranque inusitado, me decidí por una tercera opción; un mini vestido azul turquesa de Roksanda Illincic, muy ajustado del pecho y con marcadas líneas negras a los costados, el resultado final me hacía lucir como una súper heroína neumática: los senos como bolas de boliche (los implantes son tan grandes que hace años que no me veo los pies), la cintura diminuta, casi imposible y unas maravillosas extensiones de cabello rubio hasta la cadera.

Una vez eliminado el eterno problema del qué-me-pongo, me pude tranquilizar un poco, esnifé un poco de coca, tomé mi bolsa y me dirigí a la casilla más próxima. En el viaje iba pensando por quién votar. Andrés Manuel, quedaba completamente descartado, es naco y conflictivo, y con complejo de Robin Hood, cero estilo. Patricia Mercado, cositas ella, en este país machista no tiene oportunidades, el único acceso de una mujer al poder es siendo primera dama y usando al presidente como marioneta (véase Martha Sahagún). Madrazo, sin comentarios. Calderón y sus manos limpias, qué aburrido. La única opción era anular mi voto con un múltiples besos, dejando mi labial a lo largo y ancho de la boleta electoral. Muy erótico, muy Bambi.

Desgraciadamente todo se vino abajo cuando llegué a la casilla electoral. No había alfombra roja como me había imaginado, ni fotógrafos y además era en una escuela pública completamente nefasta (ahora me explico porque los niños mexicanos no quieren estudiar, los planteles no tienen glamour). Había gente naca por todas partes, seguramente seguidores del Andrés Manuel. Sin embargo, lo peor aún estaba por venir. Cuando llegué a la mesa a registrarme fui insultada de todas las maneras posibles.

“Su identificación, por favor,” me dijo una tipa que parecía estar enojada. Decidí ignorar su tono, coloqué mi copa de martini a un lado de sus papeles y de mi bolso le entregué lo que pedía, “voilá!”. Se me quedó viendo como si yo estuviera loca y de manera altanera me increpó, “su credencial de elector, no su tarjeta de crédito”; además de estar disgustada, esta mujer era una ignorante. No sabía lo que tenía en sus manos, una American Express Black, la cual sólo se puede tener por invitación y el crédito es ilimitado. No tenía tiempo de explicarle, así que fui al grano “quiero comprar una boleta, el precio no es inconveniente”. La tipa se enfureció de una manera incomprensible y fue entonces que me gritó el mayor improperio “mira, para empezar los votos no se compran y en segundo lugar, aunque te guste vestirte de mujer, aquí debes traer ropa de tal forma que te podamos reconocer en tu identificación OFICIAL”. Yo me quedé boquiabierta, me habían tomado por un travesti…

(continuará…)